EL DOBLAJE, UNA PARTE ESENCIAL DEL CINE ESPAÑOL
Los actores desconocidos que dan voz a los personajes de tus filmes favoritos
Comienza una película y, aunque aparezca la pantalla en negro, con sólo escuchar las voces de Luis Posada o Daniel García, sabemos quién es el actor principal de la película. Quizá te suenan más si digo que dan voz a actores como Johnny Depp y Brad Pitt; y es que la voz es una de las principales características que define a las personas. Es por eso que el doblaje es una parte esencial del cine en España.
Con la llegada del sonido al cine, los países como Francia o Alemania escogieron el doblaje como forma de fortalecimiento de identidad y un cierto control de la información, principalmente por razones políticas. En España este sector se generalizó en 1932 cuando la Segunda República decidió introducirlo en Madrid y en Barcelona.
Actualmente, el doblaje está considerado un arte y gracias a actores como Kepa Cueto, Luis Posada o Daniel García, España tiene la oportunidad de ver películas como La Momia, Piratas del Caribe o El club de la lucha en su idioma oficial. “Lo que más me gusta del doblaje es poder oír mi voz en la figura de grandísimos actores de imagen como Paul Newman, Rock Hudson, Richard Gere y un ciento más”, cuenta Kepa Cueto, actor vasco de doblaje desde 1986.
Además, actores como Óscar Barberán o José Luis Gil, ofrecen esta oportunidad a los espectadores más pequeños, doblando sus personajes animados favoritos de películas como Tadeo Jones o Toy Story. “Es un proceso más creativo (doblar a un personaje animado), no te basas en un actor, sino que creas el personaje tú”, explicó Luis Posada en una entrevista para El Mundo, quien ha dado voz recientemente a la Momia de Tadeo Jones 2 (2017).
Hoy en día, hay quién opina que el doblaje "únicamente existe por razones comerciales", y que los que se dedican a ello son actores incapaces de salir en la gran pantalla. Según Kepa Cueto, él se dedica al doblaje y no piensa dedicarse a la imagen ya que este oficio “le llena lo suficiente”, tanto como para ni siquiera pensar en lo otro.